En el trabajo de Sébastien Layral aparece un sutil contraste, en el que el gigantismo de las telas y la corpulencia del hombre se unen a una actitud no centrada en la demostración de fuerza, sino dirigida hacia el ser con los demás.

Este equilibrio se refleja en el trabajo participativo que propone y traza un surco que mantiene la conexión creando una huella emocional entre los diferentes soportes; desde la tela a la piel hasta la inscripción conmemorativa de los participantes. Así, la brutalidad de algunas pinturas se desborda del lienzo para inscribirse en los demás, y los demás en él y viceversa… Una obra de relación que trabaja en el campo de los límites, la espacialización de la inscripción, ya sea física o psíquica. El hombre-artista logra convocar a un público al que hace partícipe de su proceso creativo…

Algunas palabras de Sabine Danzé:

“Nunca supe amar. Sólo supe entregarme. La única razón para amar es poder pensarlo, sentirlo, traducirlo, sin jamás Desde hace 20 años, intento destacar este lenguaje, no conozco otro, pinto porque quiero amar, necesito amarles. Pinto sus caras, quiero decirles te amo y nunca te conoceré, pero te amo de la manera más intensa y viva posible. Te amo porque no me entrego. Te amo porque no tomas nada. Eres simplemente único y me haces único. Te pinto”.

Sabine Danzé y Sébastien Layral realizan medios retratos poderosos, en los que se entrelazan sus técnicas y universos. Una colaboración a cuatro manos que se enriquecerá a medida que se encuentren en el ámbito artístico.